El EBITDA (Earnings Before Interest, Taxes, Depreciation, and Amortization, por sus siglas en inglés) es un indicador clave en el análisis financiero de cualquier empresa. Su traducción al español sería “Beneficios (E) antes (B) de Intereses (I), Impuestos (T), Depreciación (D) y Amortización (A)”, y es utilizado para medir la rentabilidad operativa sin tener en cuenta decisiones contables o financieras que puedan influir en el resultado neto.
El EBITDA se ha vuelto una métrica fundamental para los analistas e inversores porque muestra la capacidad de generar beneficios solo desde las operaciones del negocio, dejando fuera partidas que pueden distorsionar el análisis, como los gastos financieros o la depreciación de los activos. Al centrarse solo en la operación de la empresa, el EBITDA es especialmente útil para comparar compañías dentro de un mismo sector, ya que elimina diferencias de políticas contables y fiscales.
Al analizar una empresa, es común comenzar por observar el beneficio neto o el beneficio operativo, pero el EBITDA ofrece una imagen más “limpia” de la operación del negocio. Sin embargo, es importante destacar que, aunque muchos lo perciben como una medida infalible de rentabilidad, tiene limitaciones significativas que debemos considerar.
En mi experiencia personal, últimamente hemos visto en el sector startup como se ha vuelto fundamental tener claro qué es el EBITDA porque los inversores, ante la falta de financiación, exigen a sus invertidas no solo crecer sino hacerlo de forma rentable, y el EBITDA y su evolución se torna como métrica a vigilar. Pero es clave recordar que aunque ofrece una buena imagen de la evolución de la empresa, no debe considerarse la única métrica a analizar.
Vuuuuuamos guerrero!!!
Cómo se calcula el EBITDA: Fórmula y componentes esenciales
Empecemos por lo básico para ir poco a poco complicándolo.
La fórmula del EBITDA es relativamente simple: se obtiene sumando al beneficio neto de una empresa los intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones. Esto significa que se eliminan partidas no relacionadas directamente con la operación del negocio, como los costes financieros (intereses), el impuesto sobre los beneficios, y las pérdidas de valor de los activos (depreciación y amortización).
Por tanto, el EBITDA es una métrica que podemos encontrar en la Cuenta de Resultados, Cuenta de Pérdidas y Ganancias, P&L, como quieras llamarla…
La fórmula se expresa de la siguiente manera:
EBITDA = Beneficio Neto + Intereses + Impuestos + Depreciación + Amortización
Por ejemplo, si una empresa tiene un beneficio neto de 500.000€, paga 100.000€ en impuestos, 50.000€ en intereses de deuda, y tiene depreciaciones y amortizaciones por 80.000€, su EBITDA sería:
EBITDA = 500.000€ + 100.000€ + 50.000€ + 80.000€ = 730.000 €
Esta fórmula ayuda a visualizar cómo el EBITDA refleja los ingresos y gastos operativos de la empresa, proporcionando un resultado que se enfoca en la operación pura, sin las influencias de la política contable o fiscal.
Si lo quieres ver de una forma visual verás también que es super sencillo. Observa cómo se calcula el EBITDA a partir de una Cuenta de Resultados típica de una PYME en España:
Vengaaa te pongo la fórmula del EBITDA también en inglés, estoy que lo regalo:
Desde mi perspectiva, el cálculo del EBITDA es extremadamente útil cuando queremos comparar empresas de diferentes tamaños o que operan en distintos mercados, ya que deja fuera el impacto de decisiones contables o fiscales. Sin embargo, como veremos más adelante, no es una medida de “caja” ni nos da información directa sobre la liquidez de la empresa ya que hay que tener en cuenta otras variables.
Adjusted EBITDA o EBITDA ajustado
Como has podido observar hay múltiples factores que pueden influir en el EBITDA y distorsionar su análisis. El Adjusted EBITDA, ó EBITDA ajustado, es una versión modificada del EBITDA tradicional, diseñada para excluir ingresos o gastos no recurrentes que podrían distorsionar la evaluación del desempeño operativo real de una empresa. Estos ajustes típicamente incluyen partidas como gastos extraordinarios (indemnizaciones, gastos legales, etc.), compensaciones no operativas, y en general tanto ingresos como pérdidas no relacionadas con las operaciones principales del negocio.
Su principal objetivo es ofrecer una imagen más precisa de la rentabilidad operativa recurrente, es por ello que a mi particularmente me gusta más que el EBITDA en si para hacer un análisis pormenorizado de la evolución de la empresa. Es comúnmente usado en adquisiciones y valoraciones empresariales.
Diferencias clave entre EBITDA y Adjusted EBITDA:
1. Eliminación de gastos no recurrentes: A diferencia del EBITDA estándar, el Adjusted EBITDA excluye gastos que no representan el rendimiento típico de la empresa. Por ejemplo, si una empresa ha incurrido en gastos únicos por reestructuración o litigios, estos se eliminan para obtener una imagen más clara de la operación básica.
2. Mejor comparabilidad: El Adjusted EBITDA facilita la comparación de empresas de diferentes tamaños o sectores al eliminar partidas únicas o atípicas que pueden no reflejar el rendimiento futuro.
3. Uso en adquisiciones: Al ajustar el EBITDA, se obtiene una métrica más representativa de lo que un comprador puede esperar en términos de rentabilidad operativa recurrente, lo que lo convierte en una herramienta clave en las transacciones empresariales.
Cómo calcular el Adjusted EBITDA:
La fórmula básica del EBITDA ajustado sigue la misma lógica del EBITDA tradicional, con la adición de ajustes específicos para eliminar elementos no recurrentes:
Adjusted EBITDA = EBITDA + Ajustes por gastos e ingresos no recurrentes
Ejemplos de ajustes en el EBITDA pueden incluir:
- Costes de reestructuración
- Gastos o ingresos extraordinarios
- Donaciones y premios
- Pérdidas por desastres naturales
- Diferencias de cambio
- Compensaciones legales o ajustes fiscales inusuales
Ventajas y limitaciones:
• Ventajas: El Adjusted EBITDA permite una visión más limpia del desempeño operativo, eliminando distorsiones causadas por elementos atípicos o temporales.
• Limitaciones: A pesar de ser útil para obtener una imagen más precisa del negocio, los ajustes pueden ser subjetivos, dependiendo de qué partidas cada empresa decide excluir.
Este indicador es muy útil para inversores y analistas, ya que facilita una visión más clara del rendimiento recurrente y la capacidad de una empresa para generar flujo de caja operativo.
El papel del EBITDA en la evaluación de la rentabilidad operativa
Uno de los usos más comunes del EBITDA es para medir la rentabilidad operativa de una empresa. Esto es especialmente útil en sectores con altos costes de capital, como la energía o la manufactura, donde los gastos de depreciación pueden ser significativos. Al eliminar estos gastos no operativos, los inversores pueden ver con más claridad la capacidad de la empresa para generar ganancias desde sus operaciones.
Es común ver que el EBITDA se utiliza en comparaciones sectoriales, ya que permite evaluar qué empresas son más eficientes operativamente, sin que las políticas de financiación o amortización afecten al resultado. Esto permite a los inversores hacer una evaluación objetiva y tomar decisiones más informadas.
Sin embargo, en mi experiencia, el EBITDA por sí solo no nos dice todo lo que necesitamos saber. Si bien es útil para analizar la eficiencia operativa, no incluye ciertos factores clave como la gestión del capital circulante o las necesidades de inversión en activos fijos. Es por eso que, a pesar de ser una métrica importante, debe utilizarse junto con otras herramientas financieras para obtener una imagen completa de la sostenibilidad del negocio.
Diferencias entre EBITDA y Flujo de Caja: Evitando malentendidos comunes
Uno de los errores más comunes en el análisis financiero es confundir el EBITDA con el flujo de caja. Si bien el EBITDA es una medida importante para entender la capacidad operativa, no refleja de manera directa la liquidez de la empresa. En otras palabras, el EBITDA es contabilidad, no caja.
Imagina un ejemplo muy sencillo de una empresa que presenta un EBITDA elevado. A primera vista, esto podría parecer un buen signo, pero si el plazo de pago a proveedores es más corto que el plazo de cobro a clientes, esa misma empresa podría tener tensiones de tesorería. Como parte de mi experiencia, he visto cómo muchas empresas con un EBITDA positivo pueden enfrentar problemas de liquidez si no gestionan bien sus flujos de caja operativos.
Me he encontrado varias startups que te dicen que están en EBITDA positivo, ves las cuentas y es cierto pero a la hora de la verdad estaban a punto de cerrar por tensión de tesorería (pago de impuestos aplazados, retraso en el cobro a clientes, repago de deuda de ENISA…).
Por ejemplo, una empresa puede generar grandes ingresos, pero si sus clientes no pagan a tiempo, o si necesita pagar a sus proveedores antes de cobrar, enfrentará dificultades financieras. El EBITDA no tiene en cuenta estas dinámicas, por lo que es fundamental ajustarlo para reflejar el flujo de caja real disponible para pagar deudas y otras obligaciones.
EBITDA y Deuda Financiera: Cómo interpretar la relación DFN/EBITDA
Una de las formas más comunes de evaluar la solvencia de una empresa es a través del ratio Deuda Financiera Neta (DFN)/EBITDA. Este ratio mide la capacidad de la empresa para pagar sus deudas utilizando el EBITDA generado por sus operaciones. Un ratio bajo indica que la empresa tiene una carga de deuda manejable en relación con su rentabilidad operativa.
En mi experiencia, este ratio es muy útil para identificar empresas con un nivel de deuda peligroso. Si el DFN/EBITDA es alto, la empresa podría enfrentar problemas para cumplir con sus compromisos financieros, incluso si su EBITDA parece fuerte. Es crucial analizar este indicador en conjunto con el flujo de caja para tener una visión más clara de la salud financiera a largo plazo.
Cómo ajustar el EBITDA para obtener el Flujo de Caja para el servicio de la deuda
Un punto un poco más avanzado pero de esas cosas que me encantan 🤓 Una de las principales preocupaciones al analizar el EBITDA es determinar cuánta de esa “rentabilidad operativa” realmente se traduce en liquidez para cumplir con las obligaciones financieras. Para ello, es necesario ajustar el EBITDA tomando en cuenta variaciones en el capital circulante, las inversiones necesarias y los impuestos.
1. Ajuste por variaciones en capital circulante
El capital circulante incluye los activos y pasivos a corto plazo, como las cuentas por cobrar, el stock y las cuentas por pagar. Un aumento en los clientes que aún no han pagado o en el stock no vendido, reduce el flujo de caja disponible. Por lo tanto, es esencial ajustar el EBITDA restando aquellas partidas que no se han convertido en dinero líquido.
Un ejemplo común es el caso de una empresa que ha generado un EBITDA de 500.000 €, pero cuyo saldo en cuentas por cobrar ha aumentado en 100.000 €. Aunque la empresa ha generado ingresos, todavía no ha recibido el pago, por lo que el flujo de caja real es inferior al EBITDA declarado.
2. Inversiones en activos fijos
Otra consideración clave son las inversiones necesarias para mantener el negocio. Sectores con alta demanda de capital, como la industria automotriz o la construcción, requieren gastos constantes en equipos y maquinaria. Estas inversiones deben descontarse del EBITDA para obtener una visión más clara de cuánta liquidez queda disponible.
He observado en muchos casos cómo empresas con un EBITDA elevado enfrentan dificultades financieras debido a que, una vez descontadas las inversiones esenciales, su flujo de caja es insuficiente para cubrir las deudas o financiar el crecimiento. Este ajuste permite tener una visión más cercana a la realidad financiera de la compañía.
3. Ajuste por impuestos
Si bien el EBITDA excluye los impuestos, estos representan una salida real de efectivo. Dependiendo del régimen fiscal de cada empresa, los impuestos pueden representar un porcentaje significativo del EBITDA. Ajustar el EBITDA para reflejar los pagos de impuestos nos acerca más a la realidad del flujo de caja disponible para atender las deudas.
Finalmente, al realizar estos ajustes, obtenemos lo que se conoce como el flujo de caja para el servicio de la deuda, que es el dinero realmente disponible para pagar préstamos e intereses. Este ajuste es crucial para determinar si una empresa tiene la capacidad de cumplir con sus obligaciones financieras a corto y largo plazo.
Aplicaciones del EBITDA en la planificación financiera a largo plazo
El EBITDA no solo es útil para el análisis de la situación financiera actual de una empresa, sino también para proyectar su capacidad a largo plazo. Al analizar el EBITDA a lo largo de varios años, podemos identificar patrones en la evolución del negocio, lo que permite a los inversores y directores financieros tomar decisiones estratégicas.
Uno de los usos más comunes del EBITDA en la planificación a largo plazo es el cálculo del punto de equilibrio operativo. Este análisis permite identificar cuántos ingresos debe generar la empresa para cubrir sus gastos operativos sin tener en cuenta los costos financieros ni los impuestos. Esto resulta clave para las empresas en expansión, que necesitan evaluar en qué momento alcanzarán la rentabilidad operativa necesaria para sostener sus operaciones.
Otra aplicación es la estimación de la capacidad de una empresa para asumir nuevas deudas. Al comparar el EBITDA proyectado con las obligaciones financieras futuras, los inversores pueden determinar si la empresa será capaz de cumplir con los vencimientos de deuda, incluso en escenarios económicos adversos. En este sentido, el EBITDA se convierte en una herramienta de previsión financiera fundamental.
Limitaciones del EBITDA: ¿Es suficiente para medir la sostenibilidad de una empresa?
Si bien el EBITDA es una herramienta clave en el análisis financiero, tiene limitaciones importantes que no pueden ser ignoradas. Una de las críticas más comunes es que, aunque el EBITDA muestra el desempeño operativo de una empresa, no refleja otros factores cruciales para la sostenibilidad a largo plazo, como los gastos de capital, la gestión del circulante y la deuda.
El EBITDA no incluye los costos asociados con las amortizaciones y depreciaciones, lo que puede dar una imagen distorsionada de las necesidades reales de inversión de la empresa. Esto es especialmente relevante en sectores intensivos en capital, como la energía o la manufactura, donde se requieren inversiones constantes en maquinaria y tecnología para mantener la operación.
En mi experiencia, he visto cómo muchas empresas con un EBITDA sólido se ven limitadas en su crecimiento debido a la necesidad de inversiones constantes. Si bien el EBITDA puede mostrar una operación rentable, no tiene en cuenta si la empresa está generando suficiente caja para cubrir esas inversiones esenciales. Por lo tanto, es fundamental utilizar otras métricas complementarias, como el flujo de caja libre, para obtener una visión más realista de la capacidad de la empresa para sostener sus operaciones en el tiempo.
Mis conclusiones: El EBITDA como herramienta financiera clave, pero con límites
En resumen, el EBITDA es una herramienta valiosa para evaluar la rentabilidad operativa de una empresa, pero su utilidad depende del contexto en que se aplique. Si bien ofrece una visión clara de la capacidad de generar ingresos desde las operaciones, no refleja la liquidez ni la capacidad para afrontar obligaciones financieras o inversiones necesarias.
En mi experiencia, aunque el EBITDA puede ser un buen punto de partida para analizar la salud financiera de una empresa, es fundamental combinarlo con otros indicadores, como el flujo de caja libre y la variación del capital circulante, para obtener una visión más completa y realista. Solo así podremos evaluar adecuadamente si una empresa es realmente sostenible a largo plazo.
To the moon!!! 🐙